miércoles, 12 de diciembre de 2012

Crónica. Capítulo 2: Londres. Sesión 3: Masacre en el Soho

Una nueva investigadora entra en escena: Rita Harrington (o Schröder, su apellido de soltera), una actriz alemana recientemente enviudada. Su marido James, Capitán de la RAF, fue una de las últimas víctimas de los llamados "asesinatos egipcios". Fue a celebrar la despedida de soltero de un compañero de armas a un club egipcio llamado La Pirámide Azul y, a diferencia del resto de pilotos, nunca volvió a casa con vida; su cadáver apareció al día siguiente flotando en el Támesis.

Decidida a llegar hasta el fondo del asunto y vengar la muerte de su esposo, acude a comisaría para entrevistarse con el inspector Barrington, pero éste se niega a dar detalles sobre su investigación, aunque sí le da el teléfono de otro grupo de investigadores interesados en el caso. La actriz telefonea al hotel Victoria preguntando por Owen Rivers, y éste le dice que ese mismo día tienen que personarse en comisaría con unos abogados a los que todavía no han contratado, pero que pueden cenar todos juntos esa noche en el restaurante del hotel.


El inspector James Barrington, de Scotland Yard
Con algo de ayuda de la operadora telefónica, los investigadores consiguen un abogado para Rivers y Rupert y otro para la Dra. Zimmerman y se personan en Scotland Yard. El detective y el mayordomo salen bien parados, pese a que la policía ha encontrado el coche que habían alquilado, cuyo robo habían fingido y cuya matrícula había facilitado a la policía, misteriosamente, el guardia de seguridad de la Fundación Penhew. No hay huellas ni ninguna prueba que les incrimine, así que pueden salir del trance con unas cuantas palabras bien escogidas. La Dra. Zimmerman, por su parte, no lo tiene tan fácil, aunque el juez le ofrece la posibilidad de pagar una multa de 200 libras para evitar el juicio. Es mucho dinero, pero la multa podría llegar a ser mayor si perdiese el juicio, y no se descarta la deportación, y hasta la cárcel.

Pasado el mal trago del juzgado, los investigadores deciden ir al motel a recoger el botín obtenido en la Fundación y guardarlo a buen recaudo en una caja fuerte a nombre del Dr.  Foley.

Por la noche, se reunen con la Sra. Harrington en su hotel y cenan con ella mientras le explican a grandes rasgos sus investigaciones y los problemas que han encontrado hasta ahora, omitiendo por el momento las referencias a lo sobrenatural y a sus propios actos delictivos, así como sus sospechas sobre Gavigan.

Al regresar a sus habitaciones, descubren que alguien ha entrado en la Steven (o Allan, como ahora cree llamarse la mayor parte del tiempo) Connor, lo ha revuelto todo, y se ha llevado todo su dinero y la pistola del desequilibrado mercenario, además de la llave de la caja fuerte. Alarmados, deciden montar guardia ante el banco, por si el ladrón intenta irrumpir por la noche o sencillamente entrar por la puerta a la mañana siguiente. Nada de esto pasa, y en cuanto el banco abre, notifican el robo y el contenido de la caja es trasladado a otra, previa denuncia a la policía.

Durante el nuevo día, los investigadores buscan nuevos recortes de prensa que puedan arrojar luz sobre los asesinatos egipcios, e incluso indagan en la embajada egipcia, donde consiguen una lista con los nombres y direcciones de las víctimas egipcias. Todas las pistas parecen señalar en la misma dirección: La Pirámide Azul.

Rupert y Rita deciden ir a una tienda del Soho hablar con una pobre anciana egipcia cuyo hijo desapareció y cuyo marido apareció asesinado, pero ésta tiene demasiado miedo para hablar, y no logran persuadirla de que les ayude. Se reúnen con sus compañeros al caer la tarde frente a La Pirámide Azul, pero deciden que, mientras sus compañeros entran en el club, ellos dos intentarán atrapar a uno de los norteafricanos que llevan días siguiéndoles, por lo que vuelven a separarse.

El doctor, Rivers, Connors y la doctora entran en el local, que ofrece música en directo, bellezas exóticas bailando la danza del vientre y cocina egipcia. Acaba de abrir, así que no hay mucha gente. Los investigadores piden algo de beber y esperan a ver si ocurre algo fuera de lo común. Al rato, ven cómo uno de los hombres que les han seguido hasta el local habla con un individuo sentado en otra de las mesas y les señala. Éste les mira sin disimulo. Deciden marcharse.

El extraño de La Pirámide Azul
Mientras tanto, Rupert y Rita conducen con un coche siguiéndoles de cerca, hasta que decide parar, salir del coche, y tenderle una emboscada al conductor en un callejón poco iluminado para apresarlo e interrogarlo. La cosa no sale como esperaban, y, tras un intercambio de golpes bastante torpe, acaban dando muerte accidentalmente a su perseguidor. Registran su vehículo, encontrando un mapa de carretera con anotaciones que apuntan a un lugar de Essex y un bastón con una púa que parece encajar con las heridas padecidas por las víctimas de los asesinatos egipcios. Después, deciden gritar y armar escándalo para que los vecinos llamen a la policía y fingen que han sido atacados, siendo llevados a la comisaría y soltados al rato.

Scotland Yard, el lugar más frecuentado por los investigadores de la Fundación Jackson-Walker


Mientras tanto, sus compañeros descubren que dos hombres les están siguiendo desde que salieron del local. Otros dos les salen al paso por callejones laterales. Todos ellos van armados con bastones y corren hacia ellos con intenciones inequívocas cuando Rivers les da el alto. Por fortuna para los investigadores, Rivers y Connors pueden dar cuenta de los felones con sus pistolas antes de que ninguno de ellos sufra daño y, cuando viene la policía, fingen que es Rivers el único que ha disparado, usando ambas armas a un tiempo. Al igual que sus compañeros, hacen una visita a la comisaría y, como a éstos, los dejan en libertad.

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